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domingo, 25 de abril de 2010

La mansión


Ni una sola palabra se escucho por parte de ellos, ni si quiera el caballo emitía el más mínimo ruido al caminar. En varias ocasiones, el joven Roy intento comenzar una conversación, pero el humor de Shira se lo impedía, y cada palabra huía de su boca.

Después de cinco escasos minutos llegaron a una mansión que parecía casita de muñecas por la forma en la que estaba arreglada. Jardines y balcones visibles estaban repletos de bellas flores, el jardín principal era pequeño, pero está muy bien adornado con una gran fuente en el centro, había muchos árboles alrededor que la ocultaban un poco, y aun más adentro se encontraba un pequeño establo que alojaba a no más de cinco caballos.

Una vez que Keniah se apeo del caballo, le fue entregado un pequeño bulto de ropa y le fueron dadas las siguientes indicaciones.

- Toma la habitación que quieras únicamente de las plantas superiores. No tardan mucho en preparar algo de comer, antes cámbiate de ropa, descansa cuanto puedas que mañana nos vamos.

- Soy tu hermana no tu hija – dijo bromeando.

Por dentro, la mansión era aun más bella, adornada con rosas blancas, pinturas y esculturas antiguas, y había un aroma que reinaba en el lugar, era el olor a vainilla, mismo que usaba su madre en ocasiones especiales. El ambiente desprendía paz, armonía, en ese momento no había nada que rompiera la belleza de ese espacio.

Deslumbrada por lo que había a su alrededor subió las escaleras en dirección a su habitación. Para ella cualquiera le agradaría, después de ver aquella planta, que al igual que el jardín y primer piso daban la sensación de estar en el paraíso. Escogió una al azar, y entro. Dentro había una cama muy amplia y con las sabanas de un blanco que calaba en los ojos, entre otras cosas que ya había visto en otras partes de la mansión, y había también un baño completo y un lindo balcón oculto con cortinas blancas y delgadas.

Se ducho y cambio tan rápido como pudo para probar la comodidad de la cama, pero algo la detuvo, y fue nada más y nada menos que una conversación de Shira y Roy precisamente a fueras de su balcón. Se asomo con extrema curiosidad por escuchar y ver que hacían.

- Se que tienes un deber que tienes que cumplir, pero, ¿no podrías permanecer conmigo, aunque sea esta noche? - pidió el joven – Tal vez no nos veamos de nuevo, y me quedare nuevamente solo.

- Da lo mismo, de todas formas terminare alejándome. Entiende una cosa, entre más dependas de mi más lejos estaré. A final de cuentas los dos estaremos solos – fría como siempre, no se permitía sentir ni la más mínima emoción, ¿Cómo sería capaz de casarse si amor no es capaz de dar? – Partiré esta noche por mi último encargo, quiero hacerlo sola. Sin duda este será el más sanguinario de todos los que hemos hecho juntos.

- ¿Qué es lo que ocultas tras esa mascara de hielo? A veces me encantaría conocer a la verdadera Shira, que me mostraras por lo menos un poco de afecto, que me demostraras lo que juntos hemos construido durante tanto tiempo, que por fin me dijeras que me quieres, o que por lo menos sientas el mas mínimo afecto por mí.

- Te lo diría si supiera lo que es – mostro al joven una actitud cálida, cosa que nunca le había tocado ver –Pero ya no es tiempo de demostrar sentimientos ni verdaderas caras, es demasiado tarde.

Desde su balcón, la joven princesa lo observaba todo, y estaba tan entretenida con aquella escena, quería saber que pasaba y al mismo tiempo quería que su hermana manifestara por primera vez en mucho tiempo lo que su corazón había olvidado sentir. Estaba tan perdida en lo que quería que sus ojos vieran, que no prestó atención al momento anterior de que los labios del joven y de su hermana se fundieran en un tierno y cálido beso. Keniah estaba tan sorprendida, no podía creer que, bueno, si lo podía creer, después de todo, conocía perfectamente a Shira y sabía que en cualquier momento permitiría que algo así pasara.

Conmovida y complacida, fue a su cama, para descansar por lo menos un poco antes de bajar de comer.

Durante la comida, Shira y Roy no se atrevían a mirarse, estaban tan apenados, cosa que le causaba risa a la rubia.

- ¿Qué les sucede? – Preguntó Keniah haciéndose la que no sabía nada de nada - ¿Por qué tan serios? ¿Les paso algo estando solos?

- No, nada, ¿verdad, Shira?

- ¿De qué rayos hablas? Yo nunca estuve a solas con nadie.

Mintiendo como niños pequeños, continuaron evadiendo el tema el resto del día.

jueves, 22 de abril de 2010

Bastardos!


Cada minuto pasaba con una lentitud que desesperaba a Keniah. No había recibido ninguna explicación por parte de James, quien estaba tan tranquilo que parecía ya acostumbrado a este tipo de situaciones. En más de una ocasión le insistió al joven que le contara todo acerca de lo que estaba pasando, pero todo fue en vano, cada que le preguntaba se negaba con un rotundo no, sin importar que esa fuera una respuesta para ello.

Para el medio día, la joven princesa ya se las estaba ingeniando para escabullirse sin que James se diera cuenta e ir en busca de su hermana y tal vez saber que era lo que tanto se le ocultaba.

Una hora le tomo para crear el plan perfecto, cualquier momento era perfecto para ponerlo en marcha.

Se acerco seriamente al joven.

- Ya me voy – dijo con extrema serenidad – Si viene mi hermana le dices que fui a buscarla.

- No te prometo nada – muy probablemente aun no se daba cuenta de lo que estaba escuchando – Si vas a regresar no lo hagas en la noche, se pone peligroso.

Fue más fácil de lo que creía. La joven se preguntaba en qué estaría pensando como para no prestarle atención a sus palabras.

Siguió el sendero por donde había pasado su hermana ignorando por completo lo que podría pasarle.

Por otro lado, Shira seguía su camino de mal humor y maldiciendo al bastardo que no le permitió dormir.

Cada vez se acercaba mas a un pequeño poblado, el cual era su objetivo. Entro a varios locales para comprar ropa nueva para ella y para su hermana. Una vez con otra vestimenta, comenzó a buscar un buen árbol, nada más y nada menos que para dormir. El árbol perfecto para su gusto fue un sauce llorón, por su cortina de hojas supuso que nadie la vería y que la luz del día no la molestaría. Trepo lo más alto que pudo y se acomodo en la rama más gruesa que encontró.

Permaneció dentro de un hermoso sueño por muy poco tiempo, pues el galope de un caballo y un par de voces que le parecían familiares comenzaban a escucharse.

- Estoy buscando a mi hermana – era la voz de una chica, se escuchaba muy aterrada y nerviosa.

- ¿Tienes una hermana? – pregunto una voz masculina.

De pronto la joven de cabellos negros, descendió rápidamente del árbol. Ambos se quedaron asombrados al verla.

- Si, y esa hermana soy yo - dijo fríamente al sujeto – Y tu, se supone que te quedarías con el intento de bastardo que no me dejo dormir. No deberías estar aquí, no es un buen lugar, podría pasarte algo, como encontrarte con un maniaco como este – señala al joven que montaba al caballo.

- ¿Cómo iba a saberlo? Ninguno de los dos quiso decirme.

- Es suficiente con decirte “Es peligroso, quédate”

- A ti no te fue suficiente, te fuiste aunque tenías más que claro la clase de feo lugar que es este, y lo desobedeciste, a James y a mi padre.

- Mi padre no me importa y mucho menos ese intento de hombre. Roy, asegúrate de que este a salvo, que coma y descanse. No necesito decirte que te pasara si fallas. Dame tu caballo – ordenó y le arrojo la ropa se supone era para su hermana. El hombre se apeó rápidamente del animal y lo cedió a la joven, que al instante lo montó – Sabes bien a donde llevarla, hare lo posible por regresar antes del anochecer.

- Hermana, no te vayas de nuevo, no me dejes con otra persona, estoy cansada, ya no quiero caminar y menos con esta ropa, es muy incómoda.

Después de un largo suspiro, la princesa se bajó del caballo, y mediante un ademan le cedió el lugar a su hermana.

- Te acompañaré hasta donde no te puedas quedar sola con otro bastardo – tomó las riendas del caballo y comenzó a conducirlo.

- Ni idea que tenías una hermana - dijo Roy con las intenciones de justificarse – De haber sabido…

- No te hubiera dicho ni aunque mi vida dependiera de ello – lo miro con seriedad sin detenerse – No tengo la confianza suficiente como para contarte acerca de mi vida y lo que tengo, no es de tu interés.

- ¿Cómo puedes decir que no es de mi interés? Hemos trabajado juntos desde hace cinco años, ya deberías de tenerme confianza, y claro que me importa.

- Ese tiempo es más suficiente para conocer nuestro carácter. Tú eres igual de vengativo que yo, pero a ti te gusta vengarte de forma indirecta, tomas lo que más importante para ellas y lo destruyes, por otra parte, yo lo hago de frente, y sabes que a mí me gusta molestar. Como todos, eres delicado, cualquier metida de pata podría enfurecerte más de la cuenta. No me pidas que te confíe algo así.

- Estuviste a punto de hacerlo cuando me pediste que la escoltara. Además, no me refería a la venganza ni nada por el estilo, sabes bien que yo te he respetado desde que nos unimos como equipo y…

- Tú me rogaste hacerlo, porque sabias bien que no podías contra la competencia, porque sabias que no podrías contra mí. No me hables de confianza. Si según tú me conoces, demuéstralo, ya deberías saber que yo perdí la confianza con la mayoría de las personas.

- Tal vez si con la mayoría, pero no con todas, eso quiere decir que tengo la oportunidad de ganarla, y si, te conozco lo suficiente como para saber que tu confianza es algo fácil de ganar.

- De ser fácil, ya lo hubieras logrado desde que nos conocimos y no después de cinco años - volvió a concentrarse en el camino.

- Pero durante ese tiempo solo nos hemos dedicado al trabajo, esta es una de las pocas veces en las que me diriges la palabra, por eso ni te conozco bien ni tengo tu confianza.

- En eso tienes razón, pero es porque a mí de plano una amistad, relación, o lo que sea, contigo no me interesa.

Indispuesta a mantener la discusión con él, continuó caminando como si solo estuviera ella, el caballo y su hermana.

viernes, 16 de abril de 2010

El amanecer

Las pequeñas vibraciones en la tierra causadas por el aterrizaje del joven fueron más que suficiente para despertar a la joven Shira, que rápidamente le tapó la boca a su hermana, pues era de suponerse que gritaría hasta quedarse sin voz a causa del miedo.

La joven de cabello negro y el chico se miraron con extrema frialdad esperando alguna justificación de parte del otro, pero ninguno de los dos se atrevía a decir la primera palabra. Permanecieron así durante un largo rato, inclusive la mano de Shira seguía cubriendo la boca de su hermana, que después de hartarse la aparto y hablo sin miedo.

- Demasiado silencio. Díganse algo de una buena vez, que ya me quiero ir.

Eso no cambio nada, ambos siguieron intercambiando miradas, y así permanecieron durante un rato más.

- Mi nombre es James – dijo sin despegar la mirada de la joven - ¿Qué hacen aquí?

- No me interesa tu nombre, como a ti no te debe interesar qué hacemos aquí - contesto la princesa de cabellos oscuros mientras se ponía de pie – Ya nos vamos.

- ¿Enserio? Pues yo te noté con la intención de quedarte dormida.

- Iré a dormir a otro lado. Vámonos, Keniah.

- Hermana, ¿tienes que ser así con todos? – Sin intenciones de obedecer, miro al joven – Su nombre es Shira, ambas venimos de la ciudad de Kadah por ordenes de nuestro padre.

- ¿Y tú tienes que ser tan amable con todos? Se supone que ya te querías ir, no sé qué estas esperando. No quiero llegar tarde al reino de Houghton.

- No me digan que irán a allá. Si siguen caminando estarán más lejos que cuando empezaron. Les diría por dónde ir, pero no es de mi importancia.

- Has lo que quieras, pedazo de bastardo. Ya vámonos que falta poco para que oscurezca.

-¡Pero acaba de amanecer! ¡Y no me digas pedazo bastardo! – grito molesto y un poco rojo

- Entonces serás un bastardo completo.

- Hermana, yo no quiero ir por un camino que no es, ¿Qué tal si él tiene razón y vamos cada vez mas lejos de nuestro destino? Deberías hacerle caso.

- No pienso hacerlo. No me importa ni me urge cumplir las órdenes de nuestro padre. No pueden saber que voy por el sendero equivocado si ni siquiera saben a dónde me dirijo. Tu puedes quedarte con ese pelele si gustas, mientras no me sigas está bien.

- Ya sé a dónde vas y porqué no quieres que tu hermana vaya contigo – dijo el joven como si hubiera resuelto un caso como los de Sherlok Holmes – Tú tampoco deberías ir, ni siquiera cuando ya has visitado ese lugar con anterioridad. Te consta que ese sitio representa peligro para muchos y uno mucho más grande para ti. Te ordeno que te quedes.

Ella sabía muy bien que James tenía razón y que debía obedecerle, pero como a ella le encantaba llevar la contraria lo ignoró y se fue dejando a su hermana con un desconocido.

-Es algo confuso su situación – comento la rubia cuando su hermana ya no estaba a la vista. El joven pareció no entenderla - Creo que ya se conocían, si estoy equivocada dímelo. Soy su hermana, es obvio que la conozco, ella es diferente con las personas a las cuales desconoce y con las que conoce. Lo que me hace dudar es que se comporto de las dos formas. Aparte, ¿cómo sabes a donde va y lo que piensa?

- Conozco muy bien este sitio y a donde lleva cada camino – respondió mirando al horizonte, esperando que la joven de cabello negro regresara - Además, ya había visto a tu hermana. Casi todas las noches la veía venir aquí, a este mismo árbol, solo para encontrarse con alguien – Bien sabía que era con él con el que se reunía y que su nombre no era James – Es probable que regrese el anochecer.

- Ya lo dijiste antes, acaba de amanecer, aun falta mucho para que oscurezca.

- Lo sé – suspiro y dijo para sí – Me pregunto con que novedad me saldrá ahora.

viernes, 9 de abril de 2010

Something New

He aqui una nueva historia creada por Ale Macias y por mi. El objetivo de esta historia no es solamente entretener o cualquier cosa que se les ocurra, sino dar a conocer parte importante de mi.

Por lo general en las historias de amor, los personajes principales desean encontrar a su principe azul y vivir felices junto a ellos hasta el final de sus dias, desean probar su dulzura y estan dispuestos a sufrir por su ser amado. Esta vez no es asi. El amor es algo completamente desconocido, al igual que el resto de los sentimientos, nadie vive, nadie muere.
Todo comienza en el reino de Kadah, una ciudad en constantes guerras civiles, golpes de estado – todos sin exito - , bajas economicas y problemas con los otros reinos. Sin embargo no era algo que preocupara a la familia real, jefes militares o civiles, ni siquiera tomaban en serio las perdidas de sus familiares. Eran cuerpos vacios y con el corazon putrefacto.
La falta de sentimientos no les evitaba conservar sus viejas tradiciones, y la que significaba menos para ellos era la mas importante para otros, era ni mas ni menos que el tradicional dia de los enamorados, y fue en ese dia en el que el rey aprovecho para que sus dos hijas contrajeran nupcias y no tenerlas mas en su castillo. Ambas princesas fueron obligadas a abandonar la ciudad hasta haberse casado con algun principe, duque o cualquiera que complaciera a su padre.
Una vez afuera, una de las princesas aseguro a su hermana que estarian mejor si no regresaban a la ciudad.
- No nos ayudaria en nada regresar – trato de convenser a la otra princesa – Kadah es sucia y pobre, todos ahi son amargados y siempre se matan entre ellos, y a nuestros padres no les importa lo que nos suceda.
- Hermana, no comprendo que es eso que sientes – hablo con severidad - Es probable que sea cierto lo que dices, pero has olvidado que el rey ha mandado a alguien para asegurarse de que cumplamos con nuestro deber y es lo que precisamente ahora nos sigue.
Sin sentir alguna preocupacion por mostrar discrecion, ambas se detubieron en seco y voltearon hacia atras para ver mejor al espia, que en realidad era una mentira de su hermana para hacerla callar y seguir con su deber.
- El lo que estoy tratando de decirte, Shira, sino lo logramos nos matara. – Insistio la princesa en cuanto continuaron su camino – Aunque viendolo desde el lado amable, es probable que este aqui para protegernos y no asesinarnos, como pienso. Pero por otra parte, nos envia durante la noche, sin caballos ni escolta, por un sendero lleno de ladrones y estafadores, y nos despojo de nuestros vestidos cambiandolos por ropas viejas.
- Keniah – estaba arta de los parloteos de su hermana, tanto que le dolia la cabeza por tanto ruido – De haber venido con nuestros vestidos ya nos hubieran asaltado desde que salimos de Kadah. Lo mismo pasa con tus escoltas, caballos.
- En la noche hace frio y esta tan oscuro que no sabes por donde vas.
- En el dia hace demasiado calor y la luz solar te encegece tanto que tampoco ves por donde vas. Por ahora solo trato de concentrarme en encontrar un camino al pueblo mas cercano y poder descansar como es debido. Mientras tanto manten tu voca cerrada.
Ambas de la misma edad, iguales en estatura y otras peque;eces como el largo del cabello y su tez blanca, en el resto de los aspectos eran completamente distintas. Por una parte, Shira, era de cabello negro, sus labios siempre iban pintados de gindo y el contorno de sus ojos delineado connegro, sus ojos eran verdes y similares a los de un reptil. Por otra parte, Keniah era rubia, ojos azules y similares a los de cualquier humano, labios rosas y su rostro estaba sin pintar. Las dos princesas estaban vestidas como esclavas.
Habia que aceptar que fue un poco desconsiderado de parte del rey enviar a sus propias hijas sin caballo, ni siquiera en burro a una de las ciudades mas lejanas del continente, pero gracias a que no mando a algun espia o no fijo una fecha exacta para su llegada a la otra ciudad, las hermanas decidieron ir a otro lado y tomarse el tiempo que consideraran necesario.
Las jovenes continuaron hasta la ma;ana del dia siguiente. Cansadas, habrientas y sedientas se detuvieron junto a un enorme y viejo manzano, estaban a punto de darse por vencidas y desobedecer a su padre como Keniah habia sugerido desde el principio.
- Hermana, he traido unas cuantas joyas - dijo la joven de cabellos de oro - Tal vez, si las vendemos ganariamos algo de dinero, y asi pagariamos el hospedaje en algun meson.
Shira se habia quedado dormida al momento en el que se recosto en el cesped, estaba profundamente dormida, por la comodidad del sitio.
- Shira, no es divertido, despierta - comenzo a mover a su hermana - Que pasara si alguien malo se acerca. Yo no se defenderme. Hermana, vamonos de aqui - La pobre princesa estaba cada vez mas asustada. Sabia que su hermana no despertaria hasta que quisiera, asi que se acomodo junto a ella y no dejaba de ver paraoicamente alrededor, buscando la mas minima se;al de movimiento, abrazo sus piernas y se meceaba ligeramente para tranquilizarse y poder quedarse dormida como su hermana.
La tranquilidad del manzano la arruyo mas que sus movimientos. Cada segundo que transcurria la acercaba mas y mas al dulce mundo de los sue;os, pero como todas las cosas aparecen y desaparecen con un "puff", un joven de cabello casta;o y vestido de aldeano bajo del viejo arbol aterrizando frente a Keniah.

martes, 6 de abril de 2010

Mi ultimo pensamiento.

Como explicar lo que mi corazon siente si es algo que ha sido completamente destruido?

Debi haber escuchado a mi mejor amigo cuando me advirtio lo que ocurriria si el hielo que me mantenia a salvo de la vida se destruia o descongelaba, aun asi no lo hice.
Es imposible recolectar las miles de particulas de mi destrosado corazon.
Cada cosa va debastandome mas y mas.
Cada pensamiento, cada segundo, cada persona, como evadir esto que me destruye? Como podre congelarme en pleno verano?
De que me sirve sentir si voy a sufrir? De que me sirve vivir estando muerta?
Que hubiera pasado si jamas me hubiera congelado? Que hubiera pasado si hubiera muerto antes?
SOY UNA COBARDE, una cobarde que jamas quiso acercarse al peligro interno, me detesto por no haber vivido lo suficiente , me detesto por haber terminado una relacion que me estaba regresando el sentido de la vida, me detesto por ya no tener un corazon con el cual corresponder el cariño de pocos.
Amar ya no puedo, odiar tampoco, pues ya no tengo con que sentir...