Cada minuto pasaba con una lentitud que desesperaba a Keniah. No había recibido ninguna explicación por parte de James, quien estaba tan tranquilo que parecía ya acostumbrado a este tipo de situaciones. En más de una ocasión le insistió al joven que le contara todo acerca de lo que estaba pasando, pero todo fue en vano, cada que le preguntaba se negaba con un rotundo no, sin importar que esa fuera una respuesta para ello.
Para el medio día, la joven princesa ya se las estaba ingeniando para escabullirse sin que James se diera cuenta e ir en busca de su hermana y tal vez saber que era lo que tanto se le ocultaba.
Una hora le tomo para crear el plan perfecto, cualquier momento era perfecto para ponerlo en marcha.
Se acerco seriamente al joven.
- Ya me voy – dijo con extrema serenidad – Si viene mi hermana le dices que fui a buscarla.
- No te prometo nada – muy probablemente aun no se daba cuenta de lo que estaba escuchando – Si vas a regresar no lo hagas en la noche, se pone peligroso.
Fue más fácil de lo que creía. La joven se preguntaba en qué estaría pensando como para no prestarle atención a sus palabras.
Siguió el sendero por donde había pasado su hermana ignorando por completo lo que podría pasarle.
Por otro lado, Shira seguía su camino de mal humor y maldiciendo al bastardo que no le permitió dormir.
Cada vez se acercaba mas a un pequeño poblado, el cual era su objetivo. Entro a varios locales para comprar ropa nueva para ella y para su hermana. Una vez con otra vestimenta, comenzó a buscar un buen árbol, nada más y nada menos que para dormir. El árbol perfecto para su gusto fue un sauce llorón, por su cortina de hojas supuso que nadie la vería y que la luz del día no la molestaría. Trepo lo más alto que pudo y se acomodo en la rama más gruesa que encontró.
Permaneció dentro de un hermoso sueño por muy poco tiempo, pues el galope de un caballo y un par de voces que le parecían familiares comenzaban a escucharse.
- Estoy buscando a mi hermana – era la voz de una chica, se escuchaba muy aterrada y nerviosa.
- ¿Tienes una hermana? – pregunto una voz masculina.
De pronto la joven de cabellos negros, descendió rápidamente del árbol. Ambos se quedaron asombrados al verla.
- Si, y esa hermana soy yo - dijo fríamente al sujeto – Y tu, se supone que te quedarías con el intento de bastardo que no me dejo dormir. No deberías estar aquí, no es un buen lugar, podría pasarte algo, como encontrarte con un maniaco como este – señala al joven que montaba al caballo.
- ¿Cómo iba a saberlo? Ninguno de los dos quiso decirme.
- Es suficiente con decirte “Es peligroso, quédate”
- A ti no te fue suficiente, te fuiste aunque tenías más que claro la clase de feo lugar que es este, y lo desobedeciste, a James y a mi padre.
- Mi padre no me importa y mucho menos ese intento de hombre. Roy, asegúrate de que este a salvo, que coma y descanse. No necesito decirte que te pasara si fallas. Dame tu caballo – ordenó y le arrojo la ropa se supone era para su hermana. El hombre se apeó rápidamente del animal y lo cedió a la joven, que al instante lo montó – Sabes bien a donde llevarla, hare lo posible por regresar antes del anochecer.
- Hermana, no te vayas de nuevo, no me dejes con otra persona, estoy cansada, ya no quiero caminar y menos con esta ropa, es muy incómoda.
Después de un largo suspiro, la princesa se bajó del caballo, y mediante un ademan le cedió el lugar a su hermana.
- Te acompañaré hasta donde no te puedas quedar sola con otro bastardo – tomó las riendas del caballo y comenzó a conducirlo.
- Ni idea que tenías una hermana - dijo Roy con las intenciones de justificarse – De haber sabido…
- No te hubiera dicho ni aunque mi vida dependiera de ello – lo miro con seriedad sin detenerse – No tengo la confianza suficiente como para contarte acerca de mi vida y lo que tengo, no es de tu interés.
- ¿Cómo puedes decir que no es de mi interés? Hemos trabajado juntos desde hace cinco años, ya deberías de tenerme confianza, y claro que me importa.
- Ese tiempo es más suficiente para conocer nuestro carácter. Tú eres igual de vengativo que yo, pero a ti te gusta vengarte de forma indirecta, tomas lo que más importante para ellas y lo destruyes, por otra parte, yo lo hago de frente, y sabes que a mí me gusta molestar. Como todos, eres delicado, cualquier metida de pata podría enfurecerte más de la cuenta. No me pidas que te confíe algo así.
- Estuviste a punto de hacerlo cuando me pediste que la escoltara. Además, no me refería a la venganza ni nada por el estilo, sabes bien que yo te he respetado desde que nos unimos como equipo y…
- Tú me rogaste hacerlo, porque sabias bien que no podías contra la competencia, porque sabias que no podrías contra mí. No me hables de confianza. Si según tú me conoces, demuéstralo, ya deberías saber que yo perdí la confianza con la mayoría de las personas.
- Tal vez si con la mayoría, pero no con todas, eso quiere decir que tengo la oportunidad de ganarla, y si, te conozco lo suficiente como para saber que tu confianza es algo fácil de ganar.
- De ser fácil, ya lo hubieras logrado desde que nos conocimos y no después de cinco años - volvió a concentrarse en el camino.
- Pero durante ese tiempo solo nos hemos dedicado al trabajo, esta es una de las pocas veces en las que me diriges la palabra, por eso ni te conozco bien ni tengo tu confianza.
- En eso tienes razón, pero es porque a mí de plano una amistad, relación, o lo que sea, contigo no me interesa.
Indispuesta a mantener la discusión con él, continuó caminando como si solo estuviera ella, el caballo y su hermana.
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