Ambos se miraron fijamente, cada uno manifestando cada vez un odio más grande, olvidándose casi por completo de la joven que yacía en los brazos de Roy.
- ¿Qué estas esperando para llevarla a que la sanen? – pregunto manifestando también en su voz su enojo.
- Tú qué dices que puedes percibir la muerte en una persona sin necesidad de tocarla, ¿no puedes ver que ya no se puede hacer nada? Nadie sobrevive tres días con una herida abierta y menos en el pecho.
El joven monarca le arrebato con cierta delicadeza a la joven y fue directamente a que la atendieran con sus mejores médicos.
Él sabía muy bien a quien llevaba en brazos, así como también sabía que tenía posibilidades de regresarla a la vida si es que realmente estaba muerta, puesto que no era la primera vez que la veía.
Existió un tiempo en la niñez de ambos en el que, a pesar de tener tan poca edad, el amor que había entre ellos los hacía inseparables. El estar cerca del otro era lo que los mantenía felices, era lo que los hacía invulnerables al sufrimiento, y con el paso del tiempo a la muerte. Pero esa felicidad se esfumo cuando comenzaron a los conflictos políticos y socioeconómicos en su reino y con las pocas alianzas que tenía. Esto último obligo que Houghton se separara de Kadah, y así, el destino se encargara de arrebatarles el sentido de sus cortas vidas. El sufrimiento de ambas familias fue tan grande, que para evitar morir a causa de la angustia, cada quien aprendió a olvidar el pasado, para así poder volver a comenzar y no volver a caer en el mismo error.
La noticia de la muerte de la joven fue dada a altas horas de la mañana, ninguno de los doctores pudo recuperar la vida de la joven. Las lágrimas fueron acompañadas por la lluvia, así como los sollozos por los truenos. Todos se encontraban en la habitación de la joven princesa, rodeando la cama donde esta yacía.
Antes de que todos abandonaran la habitación, Keniah se acerco a su hermana y le colocó un collar, cuyo dije tenia la forma de un ala.
- ¿Te quedarás un poco más? – preguntó antes de retirarse a Axel, quien estaba sentado a un lado de la cama. El joven asintió con la cabeza sin dejar de mirar a Shira. Keniah se secó las lágrimas y salió.
Una vez solo con el cuerpo, recostó su cabeza en una orilla del lecho. Estaba completamente agotado, puesto que desde hacía un par de días antes de la llegada de las princesas que no descansaba, y más pesados le fueron los días en los que luchaba por traer nuevamente a la vida a su prometida.
El ambiente había caído en manos del silencio. Nada se movió durante unos momentos, hasta que sin romper el silencio, Shira despertó y desperezó. Y tal y como si nada hubiese pasado miró a su alrededor, viendo así que no estaba sola, que su príncipe estaba dormido a un lado suyo. Se acerco a él evitando despertarlo, se recostó de manera que su cabeza quedara junto a la del joven y le acarició el cabello. Al sentir la cálida mano de la joven, Axel despertó inmediatamente, viendo a la princesa sonriente junto a él. No podía creer lo que sus ojos veían, verla con vida era tan bueno como para pensar que esto fuese verdad, así que se dio a sí mismo una fuerte bofetada.
- ¿Dónde está mi hermana? – por el momento, ella era lo único que le importaba, necesitaba saber cómo estaba y con quien estaba – Se ha llevado un buen susto, la pobrecilla siempre se preocupa por mí – aun débil, la joven princesa intento bajarse de la cama y salir de la recamara únicamente para ir junto a su hermana, pero cada vez que se ponía de pie caía – Por favor, llévame con mi hermana – insistía cada vez mas.
Con la intención de tranquilizarla, por lo menos un poco, Axel se acerco a Shira, se sentó junto a ella, la abrazó y le besó la frente.
- Tu hermana estuvo aquí – explicó en voz baja – Se ha marchado unos momentos antes de que despertaras. No hay nada de qué preocuparse, aquí no le pasara nada – dijo mientras le acariciaba el cabello - Tu deberías seguir descansando, tú misma has visto que necesitas reposo.
- No necesito reposar, ya estoy bien – volvió a ponerse de pie, esta vez durando un poco más de tiempo que las veces anteriores – Además, necesito ir a hacer algo importante.
- Te propongo algo – se puso de pie – Te dejare ir a donde tú quieras el tiempo que quieras, si me prometes que te cuidarás mucho, no me gustaría que murieras, no de nuevo.
La joven le sonrió con una dulzura que jamás había demostrado desde hacía mucho tiempo, se le acerco a muy escasos centímetros de distancia.
- Y yo no quiero verte sufrir – llevo sus cálidas manos a las mejillas del príncipe – Te prometo lo que tú quieras, aunque no vaya a ningún lado. No quiero preocuparte más. – Axel le abrazó de la cintura apegándola a él, mientras que la chica rodeo el cuello del príncipe y pegando su frente con la de él - Dime una cosa, ¿tú crees en el amor y esas cosas?
Para responder, los labios de ambos perdían lentamente distancia, lo que los llevó a un bien correspondido y largo beso. A pesar de que ellos habían estado juntos únicamente ese pequeño lapso de tiempo y ninguno recordaba nada de su pasado, estaban manifestándose los sentimientos que no habían podido expresar cuando niños.
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