Para James, no sería buena idea viajar a pie con una princesa secuestrada al mismo que huía de alguien deseaba matarlo, así que luego de tomar presa a Keniah, fue tan rápido y sigilosamente como le fue posible al establo y tomó el caballo que más fácil le era robar. La poca experiencia de James en robos se vio reflejada cuando provocó que el caballo relinchara más fuerte que los gritos de la princesa y gracias a eso su paradero fuera revelado a la asesina, y que su torpeza aumentara por la presión de no ser capturado antes de cumplir su misión. Una vez robado el animal, ató las manos y pies de Keniah, la subió al caballo y se marcho rápidamente de aquel lugar, alejándose más y más de aquella casa de muñecas. ¿Cuántas posesiones más le robaría a la joven Shira? En la mente del chico solo cabía una cosa, y esa era la venganza.
Al escuchar los gritos de su hermana y los del caballo, Shira enfureció más y soltó un grito de ira que resonó en todos los alrededores de la mansión. Roy, que estaba a su lado sintió un ligero temor y muchas ganas de escapar de ese lugar, pues no quería que la joven se saliera de control y comenzara a destruir todo por su cólera.
- Que ni se te ocurra escapar – dijo sin expresar su ira – Necesito que vayas al reino de Houghton y nos anuncies. No tardare más de medio día en llegar. También informales que les llevamos un obsequio en nombre de mi padre, el rey de Kadah – dicho esto, se adentro al bosquecillo en dirección al establo, donde tomaría al caballo más veloz e ir en busca del bastardo que tanto deseaba matar.
Sabía que con ese caballo estaría pisándole los talones a James en cuestión de segundos, pero por desgracia el caballo que él había tomado era el más ágil y viajar a través del bosque le daría ventaja.
Algo que no comprendía la chica, era porqué cuando tuvo la oportunidad de deshacerse de él en el día anterior no lo hizo. Lo tenía todo para matarlo cuando estaban en el manzano, tal vez no lo hizo por su hermana, el cansancio borro toda idea homicida de su mente o simplemente tenía muchas ganas de llegar a algún lugar civilizado para poder cambiar sus harapos por ropa más cómoda.
No había pasado mucho tiempo desde que se lanzo en persecución, aun no lograba conseguir el mas mínimo rastro de él y su hermana, ni siquiera un grito. Pronto, un intenso olor a vainilla comenzó a invadir el ambiente, al principio era casi imperceptible, pero a medida que avanzaba se había mas fuerte e insoportable. Aquel aroma le recordaba su hogar y su madre, y dentro de unos instantes estaba navegando en un mar de tranquilidad, su odio se había transformado en paz, todo parecía ser un dulce sueño, el cual se desvaneció en cuanto una flecha atravesó el pecho de la joven, y sin detenerse, miro en todas direcciones buscando el origen de la flecha. Nada. No veía nada más que arboles, no olía nada más que vainilla, no oía nada más que las pisadas de su caballo.
- ¡Hermana! – comenzó a escucharse muy levemente después de un par de minutos al mismo tiempo que el aroma se agravaba.
La pérdida de sangre evitaba la pronta reacción de la joven, y su dolor la concentraba más en su herida que en su camino y en lo que escuchaba. Una segunda flecha la atravesó, teniendo el mismo efecto que la primera. Azotó las riendas, haciendo que el caballo fuera más rápido, permitiéndole alcanzar al bastardo.
La persecución los llevo a una pradera bañada en luz, encegueciendo a los tres obligándolos a detenerse. La joven Shira, hizo todo lo posible por recuperarse antes de James. Acerco su caballo al de él, mientras el chico aun se tallaba los ojos, desenvaino una de sus espadas y la apunto le apunto al cuello.
- Bájate del caballo y entrégame todas tus armas antes de que pierdas la cabeza – ordeno y bajo del caballo al mismo tiempo que él para evitar su escape. Una tercera flecha venia en camino, esta vez estaba lo suficientemente despierta para notarla y sin necesidad de voltear la detuvo con tan solo alzar la espada - ¿A dónde la llevabas?
Esta vez no era una flecha, sino el arquero junto a un par de espadachines, y de una sola vuelta mato a los tres partiéndolos en dos. Mientras la joven atacaba, el chico intento escapar, pero en cuando dio media vuelta, Shira lo noqueo golpeándolo con el mango del arma, lo amarr’o a uno de los caballos, de manera que al viajar fuera arrastrándose por el suelo, subió al mismo caballo que su hermana y partió de ahí con ambos caballos.
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