Un crunch me despertó de aquella siesta. Era muy temprano, el sol aún no iluminaba la mañana y las hojas de los árboles seguían danzando con el viento. Miré a mi alrededor, mis amigos aún dormían, esperaba encontrar algo más. Intenté levantarme, pero me usaban de almohada, y no quise despertarlos tan temprano, aunque, pensandolo bien, en varias ocaciones el ocelote no me dejó dormir agusto sobre el lobo (¬¬U). Segundos después de darme por vencida algo salió corriendo por entre los arbustos e inconcientemente lo seguí, dejando caer todas las cabezas sobre el cesped (Lo más raro fue que nadie se despertó apesar del golpe), menos la de mi madre que había dormido sobre mi lomo, ella si se despertó y se sujetó fuertemente de mi pelaje para no caer.
Con todo y suricata arriba seguí corriendo tán rápido como podía para alcanzar a mi presa. Podía escuchar que mi madre pedía a gritos que dejara de correr, al menos para dejarla en el suelo, pero no podía parar, más bien, no quería parar.
Por un momento tuve a una bolita de pelos azulada entre mis patas, casi tropezaba con eso. Me dí cuenta de que esa era mi presa y coloqué una de mis patas sobre el animalito para que no escapara.
-¡Sueltame! - La creaturita estaba enojada.
Esa voz... Me era muy familiar. Lo observé. Era un gatito azul marino con una pequeña mancha blanca en la frente en forma de rombo.
-¡Taiga! - Así me llamaba cuando éramos humanos. Era mi hijo!
-¡Hola, hijo! - Hacía mucho que no lo veía, ya lo extrañaba demasiado.
Apesar de la felicidad que me causaba verlo, muy en el fondo de mí se había encendido una especie de alarma que me informaba que habría peligro si seguíamos en ese lugar tan alejado de los demás. Lo cargué del pellejo cual cachorro y miré a todas partes buscando algún sendero para regresarme (La suricata se había acomodado de tal forma en la que me hacía ver como un caballo). Estabamos totalmente rodeados por árboles y plantas que causaban comezón (D:).
En un intento de salir de ahí con mi hijo y mi madre a salvo, comenzé a correr por donde se me ocurría, ignorando completamente mi instinto a causa del miedo.
Estaba tan cegada que no vi cuando la tierra terminaba y caímos por un lado de una cascada. Pasé al gatito de mi boca al lomo al mismo tiempo que trataba de que la caída no fuera tan dura. Me hubiera concentrado más en como caer, pero la suricata estaba gritando a todo pulmón (No supe si fue por lo bien que se sentía caer o por el miedo) justo en mi oreja, pero cuando llegamos por fin al agua fui yo quien gritó debido a que el gato estaba enterrandome sus garritas (grité cuado estabamos a flote). El agua estaba heladísima y el viento estaba corriendo fuerte, así que me apresuré a llegar a la orilla.
De la nada ya no sentí el peso de mi hijo, solamente el de mi madre. Dejé a mi madre en la orilla para que se secara y busqué por todas partes al minino. Estaba con una tigresa blanca, eso me enfureció.
-¡Oie tú, porquería de animal, deja a mi hijo! - me le acerqué amenazadoramente al animal.
-No me hables así. Soy otro de tus yo, ¿acaso no me recuerdas? - Estaba en lo cierto, ella era yo, era Shira, la personalidad que creí haber destruido.
Shira, o lo poco que quedaba de ella se había refugiado en mi hijo, el cual antes solía llamar padre...
-¿Qué te parece si cambiamos lugares, yo me deshago de ti y me dejas ser feliz?
-¿Qué te parece si te mueres de una buena vez?
- Morirme significaría para ti una gran pérdida - Su tono de voz era frío - No me lo niegues, que ambas lo sabemos muy bien. Vaciaste en mí varias de tus experiencias en mí, eso fue un grave error.
Al momento de abalanzarme contra ella ( ya no pude resistir las ganas de chingarmela), un intento de campo de fuerza me arrojó un par de metros atrás. Me dí un fuerte golpe en la cabeza con el que me noqueé y no pude sentir el dolor que ocacionaba la transormación en humana.
Derté dónde mismo, solo que ya era de noche. Habían tres hombres, una mujer y un ángel, faltaba alguien, faltaba mi hijo, se había ido con esa maldita bruja. Intenté levantarme e ir a buscarlo, pero caí en cuanto me sostuve en mis dos pies. El ángel acudió a ayudarme a ponerme de pie, y me rogó que me quedara ahí y esperar al amanecer, pero yo lo tomé de la camisa y lo miré directamente a los ojos.
- No tienes idea de lo valioso que es lo que esa mierda se ha llevado. No me importa cuantas veces me atraviesen el corazón, cuantos miembros me arranquen, tampoco cuantas veces tenga que morir para recuperarlo. Ya lo perdí una vez, no quiero volver a hacerlo (Sí, así soy cuando me propongo realmente algo).
Lo solté y caminé adentrandome al bosque, al oscuro bosque. Ya no era un tigre, ya no tenía garras ni tampoco colmillos para defenderme, pero tenía lo que mi contrincante no, una buena razón para seguir luchando, bueno, más de una.
Tenía mucha comezón, estaba cansada y muy adolorida. Comenzaba a helar. Seguí caminando sin saber a donde. De pronto alguien me envolvió en sus alas. Me volví hacia ese alguien y ahí estaba el ángel.
-Deberías estar con los demás, no quiero que se los lleve también - Mi tono de voz le rogaba una disculpa.
- Ya es muy tarde, los capturó justo después de que desapareciste.
- ¿Porque no lo evitaste con tu maldita "magia"? - Dejé totalmente el tono del principio por uno frío.
- Mi querida Lynn - dijo detenidamente y con ternura falsa - No podemos tocarnos entre fragmentos.
Estiré mi mano hasta su cuello y al instante recuperó su verdadera forma. No era un ángel ni mucho menos, era Shira. Esa forma tan falsa de actuar y por como me llamó la delatarón.
- He escuchado tus aleteos desde que entré a este cochino bosque, ellos saben como reconocerme y el ángel no es el único a los que no puedes tocar. -Apreté más fuerte su cuello privándola cada vez más del oxígeno - ¡Regresame a mí hijo!
- Si... Me... matas...Ya no... podrás verlo...
- Jhon tiene razón - la azoté contra un árbol y la solté - ¡Eres una cobarde! ¿Qué es lo que quieres? ¡Dime de una buena vez qué tengo que hacer para que me lo regreses y para que te largues! - Estaba gritando, no era necesario verme en un espejo para saber que estaba roja del coraje.
- Déjame apoderarme de tu cuerpo para regresar a la vida que antes me habías dado - Muy apenas se estaba recuperand - Quiero seguir viviendo y algo más que un recuerdo. Quiero estar con la única persona que amé. Quiero verngarme de todos los que me hicieron padecer. Quiero que pagues por abandonarme. Quiero que pagues por quitarme la libertad. ¡QUIERO ASESINARTE! - Me dió una fuerte bofetada y desapareció de ahí.
Confundida seguí caminando en busca de mi hijo, y si era cierto lo que me dijo también a mis amigos.